sábado, 17 de enero de 2009

LA OFERTA DE CAPITAL

La oferta de capital


El ingreso que perciben los propietarios del capital físico a cambio de sus servicios se llama beneficio, el que se percibe a cambio del capital financiero es el interés, pero se suele generalizar considerando que el precio del capital se mide por el tipo de interés, el porcentaje del capital que hay que pagar por su alquiler cada período de tiempo. Ese tipo de interés es fijado en el mercado de capitales por el juego de la oferta y la demanda. Las variaciones que observamos en la realidad entre los tipos se deben a diferencias en el riesgo que impliquen los préstamos y en los plazos de amortización.


Supongamos que un individuo es un empresario especialmente imaginativo y tiene un gran número de proyectos bullendo en su cabeza. De la empresa de máquinas tragaperras espera obtener un rendimiento del 30% sobre el capital invertido; de la hamburguesería ha calculado que obtendrá un 25% de la inversión; de la pizzería un 20%; del bar de copas un 15%; de la boutique un 10%; de la librería un 5%. Si el tipo de interés fuese del 12%, pediría lo necesario para montar las tragaperras, la hamburguesería, la pizzería y el bar; el resto de los proyectos los dejaría para mejor ocasión. Si el tipo de interés bajase hasta el 7% podría poner en marcha también la boutique, pero si subiese hasta el 17% tendría que abandonar la idea del bar. En otras palabras, la demanda de capital es una demanda derivada, el interés que se pagará depende de las expectativas de rentabilidad de los proyectos empresariales y cuanto menor sea el tipo de interés más cantidad de capital se demandará.



El capital que invertirá el empresario procede del ahorro. Las familias sacrifican sus deseos de consumo presente para conseguir unos rendimientos que les permitan un mayor consumo futuro. Cuanto mayor sea el tipo de interés, más aliciente tendrá ahorrar y mayor será por tanto la oferta de capital. Conviene aclarar aquí la necesaria distinción entre tipos de interés nominales y reales: éstos son el resultado de descontar a los nominales la depreciación debida a la inflación. En toda esta discusión nos estamos refiriendo a tipos de interés reales, o en otras palabras, estamos suponiendo que no hay inflación.


Como el ahorro de las familias requiere cierto tiempo para acumularse, la oferta de capital a corto plazo es muy rígida: en un momento determinado sólo se está ofreciendo el ahorro que se ha conseguido en los años anteriores y una subida brusca de los tipos de interés no conseguirá el aumento de esa cantidad. Para que aumente el volumen de ahorro acumulado será necesario el mantenimiento de tipos de interés elevados durante cierto período de tiempo.


El mercado de capitales requiere la intervención de intermediarios muy especializados. Las empresas necesitan créditos a largo plazo mientras que las familias quieren poder disponer de su dinero con facilidad. El sistema bancario y crediticio y los demás intermediarios financieros son los encargados de transformar el dinero ahorrado a corto plazo por diferentes familias en diferentes momentos, en capital prestado a largo plazo a una empresa.


Queda claro por tanto que el tipo de interés es el precio fijado en el mercado del dinero. Si el tipo de interés es alto, muchos ahorradores ofrecerán el suyo pero pocos inversores lo demandarán, y viceversa. Pero la manipulación del tipo de interés es uno de los principales instrumentos de la política económica y será por tanto objeto de nuestra atención cuando estudiemos la macroeconomía.


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